Con este calor es imposible no pensar en la playa, el sol, un chapuzón… Y aprovechando la situación, ¿por qué no hablar de algunos de los conceptos que existen tras las cuestiones más veraniegas? Porque, aunque parezca mentira, hasta lo más cotidiano tiene una curiosidad tras de sí. Algo que encierra una explicación con la que acercar la divulgación científica un poco más a nuestra vida diaria. Así que pongámonos el bañador y hablemos un rato sobre la “ciencia de verano”.

Física para hacer las cosas más fáciles

La física es esa compañera con la que hemos de lidiar a cada momento. Una tozuda que no nos deja vivir en paz: la gravedad, el calor, la velocidad… Pero en vez de pelearnos con las leyes naturales, ¿por qué no usarlas para hacer de nuestra vida algo más fácil? Aquí van algunos “trucos” con los que convertir las leyes físicas en nuestras aliadas.

Enfriar la cerveza más rápido

Felix (Flickr)

Puede que este sea el truco más apreciado y buscado durante la oleada de calor. Antes de nada, hay que dejar claro que esto sirve no solo para la cerveza, sino para cualquier refresco o líquido que queramos. El truco está en poner en un recipiente agua y hielo y colocar las bebidas a enfriar. Tras esto, añadimos sal y removemos. En apenas unos minutos la bebida, templada, bajará su temperatura varios grados. Cuanta más sal disolvamos, más fría estará la cerveza. ¿A qué se debe? Muy sencillo, la sal se encuentra en estado cristalino. Disolver la sal en agua es un proceso que necesita cierta cantidad de energía para romper la red cristalina de la sal. A temperatura ambiente, el resultado es tal que el proceso absorbe dicha energía ¿de qué manera? En forma de temperatura. Dicha temperatura la obtiene de lo que le rodea, por supuesto. Groso modo, y siguiendo la segunda ley de la termodinámica, todo el sistema (el recipiente con hielo y los refrescos) tratarán de igualarse en temperatura, por lo que la cerveza se enfriará más rápido “empujada” por la energía absorbida gracias a la sal.

Enfriar el coche rápidamente

Puede parecer una de las cuestiones más ridículas a tener en cuenta. Pero sí, la física puede responder a la pregunta de ¿cómo podemos enfriar rápidamente nuestro coche? Si tenemos en cuenta que en el interior de un vehículo se pueden alcanzar temperaturas diez o quince veces mayores que las del exterior, por efecto invernadero, no es una cuestión baladí, ahora que los coches se pasan un buen rato bajo el sol. Una de las manera más efectivas de hacerlo es usar la diferencia de temperatura para bombear el aire hacia afuera. Para ello, podemos bajar una sola ventanilla y dirigirnos a la puerta contraria. Si abrimos y cerramos varias veces la puerta, rápidamente, bombearemos la masa de aire hacia afuera, por la ventanilla. Con esto podemos rebajar una decena de grados el interior del coche. Una vez hecho esto, debemos encender el aire acondicionado y mantener las ventanillas algo bajadas para que actúen a modo de rendija, dejando que el calor se escape por la parte de arriba. No obstante, las masas de aire a diferente temperatura les cuesta mezclarse bastante más de lo que pensamos, así que si no disponemos de aire acondicionado, lo mejor es abrir a tope la ventana para que entre una corriente de aire constante. Lo más efectivo es abrir las ventanas “en diagonal” o incluso las cuatro en caso de ser varios pasajeros. Pero vaya, esto es más obvio. Al menos, si hemos bombeado el aire caliente, al menos, tendremos diez grados menos con los que pelearnos.

Porqués veraniegos

Igualmente, no deja de ser curioso saber por qué funcionan ciertas cosas (o por qué no). Muchos de los objetos que usamos en nuestras actividades veraniegas tienen sus fundamentos en leyes naturales, como es obvio. Aquí va otro pedazo más de ciencia de verano.

¿Por qué son tan cortos los tubos de snorkel?

Seguro que hemos salido a bucear alguna vez. Para poder disfrutar del fondo marino, podemos usar un pequeño tubo de snorkel con el que respirar mientras observamos el paisaje. Pero, ¿y si quisiéramos bajar? ¿Por qué no hacen tubos más largos? Parece ciencia de perogrullo: es una abertura que conecta el aire hasta nuestra boca, solo habría que hacerla más grande. En realidad, no. Cuando respiramos, lo hacemos a una atmósfera de presión, más o menos. En el agua, la presión aumenta rápidamente por efecto de la masa que nos rodea. Es la presión hidrostática. Nuestra capacidad de respirar en contraposición a la presión hidrostática que ejerce el agua, determinada por los músculos del pecho,no nos permitiría absorber el aire atmosférico a más de un metro de profundidad. Es decir, nuestro tubo, de unos 30 centímetros es lo más eficiente que puede ser. Un poco más abajo ya sería dificultoso respirar. A un metro, sencillamente, no podríamos absorber el aire. Para ello necesitamos usar aire comprimido que no suponga un problema de presiones a nuestros pulmones. Pero implica otras cuestiones más complejas y que cualquier buceador con botella conoce de sobra: la descompresión.

¿Por qué hay algas en las playas?

No, las “algas” que solemos encontrar en las playas no son suciedad, al contrario de lo que mucha gente piensa. De hecho, la presencia de “algas” suele implicar una costa sana y limpia. ¿Y por qué digo “algas”? Porque la mayoría de plantas que encontramos desparramadas por la orilla pertenece principalmente al género Posidonia, que es en realidad una fanerógama marina, es decir, una planta con flor. Las algas, sin embargo, no son vegetales propiamente dichos, sino otro tipo de organismos. Pero volvamos a las “algas”. Lo que solemos encontrar masivamente son restos filamentosos de plantas arrastradas tras una resaca, que las arranca de las praderas que hay frente a la playa. Estas praderas son lugares ricos en biodiversidad y muy sensibles a la contaminación. Su presencia indica limpieza. Por estas fechas, más hacia septiembre, comienzan una etapa de crecimiento, por lo que muchas de las hojas se mueren y desprenden, de ahí que exista una mayor cantidad de ellas en la playa. Y otra cosa, las algas en la arena sirven para que la dinámica oceánica no se la lleve tan fácilmente. La arena, quiero decir. Por tanto, protegen la costa de la erosión, una de las razones por las cuales no es conveniente retirarlas.

Cómo funciona

Los “cómos” no podían faltar en un artículo sobre ciencia de verano. Porqués y cómos son la base de la curiosidad humana. También son el punto de partida de todo tipo de hipótesis. El inicio de auténticas aventuras científicas. Vamos a responder a algunos.

Cómo funciona la crema solar

Janeb13 (Flickr)

La crema solar (aunque tenga otro formato) consiste en una sustancia preparada para protegernos de la luz ultravioleta. Para ello, su función la ejerce de dos maneras: física y químicamente. La función física la realizan ciertas sustancias de su composición que actúan reflejando la luz. Como si fueran pintura blanca, ni más ni menos. La función química la hace otras sustancias de la composición que absorben la energía de los rayos ultravioletas, muy energéticos, alterando su naturaleza a costa de convertirla en otro tipo de energía (normalmente calor, que se desprende) Estos últimos son los que determinan el “factor de protección”. Dicho número indica la protección ofrecida por la crema solar y mide la cantidad de radiación ultravioleta necesaria para causar quemaduras de sol en la piel con la crema protectora solar, en relación con la cantidad de radiación necesaria para causar la misma quemadura sin ella. Así, una crema de factor 15 protegerá unas 15 veces en comparación con la piel al descubierto. Estas medidas, no obstante, son relativas.

Cómo evitar los hongos de las piscinas

Bueno, esto es bastante difícil. Los hongos son un reino de seres vivos famoso por su increíble tenacidad. Solo superado por las bacterias, los hongos sobreviven en cualquier parte. Eso incluye cualquier rinconcito de la piscina. Si hay humedad y una temperatura tibia, ten por seguro que habrá hongos. Es más, probablemente tu cuerpo esté cubierto de esporas de hongos. Es algo inevitable. Pero lo que sí que podemos hacer es ponérselo difícil. Y es que el contagio, muchas veces, se debe a que por descuido les damos razones para crecer. En primer lugar, para ponérselo difícil, evitemos el contagio. Esto se consigue usando siempre nuestro propio calzado. Siempre. No se debe intercambiar ni tampoco dejar de lado, especialmente en la orilla de la piscina o en las duchas, que son los focos principales de contagio. Una vez superada esta barrera, la siguiente medida es mantener una higiene adecuada: lavarnos los pies (con jabón) y secarlos. Si no hay zonas húmedas, los hongos lo tienen muy difícil para proliferar en nuestra piel. El sudor ayuda a que crezcan, por desgracia, así que un calzado fresco y aireado es mucho mejor. Por último, si aún así no hemos conseguido librarnos de ellos, lo mejor es ir al médico a que nos recete una crema adecuada. Y no dejarlo pasar, pues la infección por hongos puede volverse regular ya que sus esporas se pueden quedar en la piel esperando a un mejor momento para crecer.

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