Comparan a Nicolás Maduro con un trágico personaje de Shakespeare

Comparan a Nicolás Maduro con un trágico personaje de Shakespeare

Venezuela's President Nicolas Maduro arrives for a meeting of the Sao Paulo Forum in Caracas, Venezuela July 28, 2019. REUTERS/Manaure Quintero

Héctor Manrique || EFE/Miguel Gutiérrez

 

En Venezuela a un grupo de actores se los llevaron detenidos el pasado domingo en medio de la función de la obra Dos policías B en apuros. Los acusaron de los delitos de usurpación de funciones y uso indebido de insignias, en una acción arbitraria que los mantuvo presos por 24 horas.

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Para Héctor Manrique -reconocido director y actor venezolano- este tipo de situaciones es muy común en los regímenes autoritarios. “Detienen actores por usar uniformes de policías en una obra de teatro. Este régimen enano como toda buena dictadura no soporta el humor y la inteligencia”, publicó en su cuenta de Twitter a penas se supo la noticia. Manrique es conocido por su posición frontal. Se ha convertido en una de las voces más desafiantes contra el discurso oficial de Nicolás Maduro, sin miedo, aun cuando ha sido calificado como “pernicioso y desestabilizador”.

El director de teatro compara al dictador venezolano con Ricardo III, el tirano de la monarquía inglesa que inmortalizó William Shakespeare. “Si esto fuera una obra de teatro, Maduro estaría interpretando el papel del responsable de la tragedia“.

– ¿Cuál es el rol del teatro?

– El rol del teatro sigue siendo el mismo de cuando se creó. A los griegos no les gustaba el mundo en el que vivían, por eso surgió el teatro, como una respuesta a los que estaban en el poder.

– ¿Qué prefiere, la comedia o el drama?

– Prefiero el teatro que se presenta como acto de revelación y de rebeldía. Bien sea como llanto o como risa.

– ¿El teatro es una acción política?

– Toda acción del hombre es política. La palabra apolítica no existe, cuando la gente dice que no tienes una posición política, ya está asumiendo una postura. El teatro no existe sin la gente, la obra completa al espectador, ese señor que está sentado ahí en la butaca siempre tendrá una interpretación de la realidad, y esa escena será política.

– ¿Cuál ha sido su mejor papel como actor?

– Es difícil, porque siempre me relaciono afectivamente con los personajes que interpreto. Hay como tres papeles que han sido fundamentales. El primero que hice como protagonista, en la obra Ardiente paciencia, texto del que luego se hizo la película El Postino; Pío Miranda de El día que me quieras, de José Ignacio Cabrujas; y el doctor Edmundo Chirinos en Sangre en el diván.

– Y la obra que le gustaría dirigir…

– Hamlet es la que más me gustaría. No lo he hecho porque no he tenido la voluntad, no he terminado de dar el paso por miedoso.

– ¿Sufre de miedo escénico?

– El día del estreno de Sangre en el diván descubrí que tenía más miedo que nunca. Y después de que me dio el infarto, cuando volví al escenario con la obra Terror, recuerdo que estaba sumamente asustado.

– ¿Y le asusta vivir en Venezuela?

– En Venezuela estamos viviendo en una guerra. Y el teatro es un poco de paz para mí. Sobre el escenario, me conduzco por la acción del personaje, no por mis angustias.

– ¿Cómo es el teatro que se hace ahora en Venezuela?

– De resistencia. El teatro está resistiendo. Ha disminuido la cantidad de obras y de salas que están funcionando. Es como entrar a un supermercado venezolano. Debemos tener ahora la décima parte de lo que se hacía 20 años atrás. Pero seguimos resistiendo porque el espectador lo necesita.

– ¿El régimen sube un escalón más en su autoritarismo con la detención de los actores de la obra Policías en apuros?

– No me sorprende nada. Es un exabrupto, pero la historia de los regímenes autoritarios siempre está llena de exabruptos. Y lo puedes ver en mi propia historia, a nosotros, el Grupo Actoral 80, nos calificaron de perniciosos y desestabilizadores en 2009. Y con este acto de llevarse a los actores presos demuestran su naturaleza fascistoide.

– ¿Qué lección deja una historia como la de Edmundo Chirinos, célebre académico, rector de una universidad, psiquiatra de Hugo Chávez, que terminó su vida condenando por asesinato que usted interpreta en el monólogo Sangre en el diván?

– Los venezolanos siempre nos hemos considerado encantadores y a lo sumo llegamos a ser encantables. Todos deberíamos estar más alerta a la acción del hombre y no de su palabra. Chirinos era un seductor, un hombre inteligente, que sabía usar la retórica. Pero las personas no solo son las palabras, tenemos que ir más allá, a su acción, abrir los ojos ante estos tipos siniestros que pueden aparecer en cualquier ámbito.

– ¿Ha pensado en migrar?

– Esa idea me asalta cada vez que siento que ya no podré hacer lo que amo en mi país. A través del teatro, intento comprender mi existencia y el mundo que me rodea. Si en algún momento no puedo hacer más teatro, tendría que tomar la decisión de irme. No concibo la vida sin el teatro.

– ¿Qué piensa del futuro de Venezuela?

– La situación es cada vez más complicada. En los últimos meses noto mucha desesperanza en la calle. A veces pienso que la situación no puede durar mucho tiempo más, porque desde todos los ámbitos es insostenible. Pero el hombre es el único ser en la tierra capaz de cavar más profunda su propia fosa.

– Si esto fuese una obra de teatro, ¿qué papel interpretaría Maduro?

– Estaría interpretando el papel del responsable de la tragedia. Sería el Ricardo III de Shakespeare, el responsable del drama, del dolor, de la frustración y la injusticia.

– ¿Qué le diría a Maduro si pudiera enviarle un mensaje?

– ¡Vete ya! ¡Hasta cuándo vas a seguir jodiendo a los venezolanos!

Así lo reseñó Sergio Moreno González || Infobae

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