Manuel Suárez-Mier: Corrección política deschavetada

Manuel Suárez-Mier: Corrección política deschavetada

Abusos policiales contra miembros de la comunidad negra en EE.UU. engendraron un movimiento de protesta que adquiere tonos más agresivos e intolerantes contra quienes se atreven a cuestionar sus propuestas más radicales, como la de dejar de fondear a las policías.

Este fanatismo lleva tiempo de corroer la libertad de palabra y de cátedra en el ámbito educativo, pero ahora que el movimiento de protesta se exacerba, adquiere una ferocidad sin precedente que lleva a renovados ataques a la libertad de expresión.

Este es el caso del profesor Harald Uhlig dela Universidad de Chicago, distinguido economista y editor del afamado Journal of Political Economy (JPE), quien tuiteó que la postura de @Blklivesmatter “de exigir que se les cortaran los recursos a todas las policías, era un craso error, cuando lo que se imponía era proponer cómo reformar su comportamiento y operación.”





Mi Alma Mater, que desde su fundación en 1896 había sido un baluarte de la defensa de la libertad de cátedra sin restricciones y de igualdad racial y de género, se vio presionada por la chusma tuitera, con el cada vez más fanático Paul Krugman a la cabeza, exigiendo el cese de Uhlig.

Para sorpresa de todos, el consejo asesor del JPE, integrado por economistas de reconocido nivel, decidió suspender a Uhlig como editor “mientras se determina si es apropiado que siga en esa responsabilidad dadas acusaciones de su comportamiento discriminatorio en el salón de clase”.

La acusación aludida se refiere a un tuit de un alumno de Uhlig hace 6 años que se quejó que el maestro decidió convocar a sus alumnos el día de Martin Luther King, que siempre cae en lunes, lo que presenta un problema para quienes hemos dado clases pues los trimestres son cortos y el tiempo útil apremia.

El temor resulta letal para lograr una comunicación franca, que es el ingrediente básico de una buena cátedra, y poder analizar, discutir y cuestionar falacias y prejuicios, así como presentar ideas y propuestas inteligentes que puedan debatirse sin el amago de un cese inmediato por denuncias espurias.

Confieso que yo pasé buena parte de mi última década dando clases en American University, temeroso de decir algo que ofendiera a mis alumnos, y cuando detecté que una de ellas había plagiado materiales para sus ensayos, denuncié su conducta, y ¡el censurado fui yo, por discriminación!

Quizá lo más grave de lo ocurrido con Uhlig, es que Janet Yellen, presidente de la American Economic Association y una buena economista que presidió con talento el sistema de la Reserva Federal, tomó la ruta sin precedente de censurarlo y enviar una circular a sus miembros de cómo pensar y comportarse.

Me temo que el prestigio de la asociación profesional a la que pertenecí por casi medio siglo y de mi Alma Mater, de defender e impulsar la libertad de cátedra y de palabra, como se explica con nitidez en su declaración de 2014, se ven gravemente enlodados con actitudes como las descritas ante el altar de la corrección política.

¡Que tragedia!


Este artículo fue publicado originalmente en Asuntos Capitales (México) el 26 de junio de 2020.