Traer al mundo una vida es un verdadero parto en Venezuela

Mujeres acostadas en una sala médica convertida dentro del hospital de maternidad Ana Teresa de Jesús Ponce en Macuto, Venezuela Fotógrafo: Adriana Loureiro Fernández / Bloomberg

 

Esa alegría por traer una vida al mundo puede transformarse en angustia y desesperación, cuando la parturienta termina complicada por las precarias condiciones en el área de maternidad del Hospital Central Antonio María Pineda. El retraso en la atención oportuna es la principal causa y se desencadena por la falta de insumos que obliga a pedir a los familiares, quienes pueden tardar en conseguirlos por tratarse de hasta $70. También influyen esas guardias con un solo doctor en ingreso y además de esa mayoría de veces con un solo pabellón disponible, cuando podría tratarse de hasta dos horas de trabajo. La espera es interminable y esa prioridad para emergencias termina dejando otros casos transformados en complicaciones y poniendo en riesgo la vida de la madre o hijo. Incluso se contabilizan casos de muertes maternas que, según datos de LA PRENSA, acumula cuatro víctimas en 15 días.

Guiomar López | LA PRENSA DE LARA





No debería tocar escoger entre las posibilidades de salvación, cuando desde el ingreso a la emergencia obstetricia las esperanzas están centradas por la vida. Una contradicción signada por la sombra de la muerte, la contaminación acechante por las fallas en la sepsis de las áreas y que en algunos casos termina de enmendar en casos extremos que sentencian a mujeres jóvenes a una vida sin reproducción, cuando una histerectomía es la única opción sin importar que pueda tratarse de una primeriza veinteañera.

Desde adentro se siente a un personal de manos atadas, que puede escapársele tanto de las manos por las limitaciones de las condiciones en el principal centro asistencial de Barquisimeto. Una fuente interna y con temor de ser identificada, lo vive en sus guardias, lamentando esa falta de materiales, quirófanos operativos y de personal, que empieza desde el médico, enfermeras y hasta camareras. Todos son necesarios en ese trabajo en equipo que permite evitar ese retardo en atención y las inevitables complicaciones.

Confirma que antes funcionaban cuatro quirófanos para esta área y “era mucho lo que se podía resolver”. Pero luego sólo disponían de dos pabellones, y por lo general en varias ocasiones terminan en uno solo. Todo porque al otro poco le sirve la máquina de anestesia, hay un solo electrocauterio y una sola aspiración. “Siempre se termina, prácticamente con un solo quirófano”, dice en tono de resignación.

¿Pero cuáles son las consecuencias?, eso se traduce en un peligroso atraso, considerando un tiempo promedio de unas dos horas durante una cesárea, que allí incluye el período de anestesia y hasta limpieza del pabellón. La realidad afuera suele transformarse y algunos de esos casos que venían en su tiempo prudencial pasaron a otras emergencias y considerando el perfil de la paciente, que inclusive abarca a madres adolescentes. Las hemorragias suelen ser las más recurrentes y van restando fuerzas, esas condiciones de una paciente cuyos valores pueden empezar por descompensarse. “Las cosas se escapan de las manos, dadas las condiciones”, señala esa fuente interna del hospital, cuando podrían dejar esperando hasta más de cuatro horas a una embarazada.

Las cifras siguen siendo el gran misterio ante una directiva que no suministra información y hay casos de familiares que han tenido que resignarse, retirando a la paciente desde la morgue del hospital. La respuesta es genérica, de una complicación de última hora y sin mayores detalles.

Es una coyuntura que puede iniciar cuando la misma paciente se percata que emergencia obstétrica es recibida por un solo doctor y ese mismo especialista es quien debe realizar todo ese protocolo de ingreso. Además de tener la gran responsabilidad de escoger entre las prioridades. Se cuenta fácil, pero en la praxis eso se traduce en tiempo. Un lapso tan valioso tanto para esa recién emergencia, como para aquellas que esperan ir a la Sala de Partos en orden de llegada. Un solo médico no se da abasto para la admisión y muchas veces hasta se encuentra sin enfermera ni camillera.

Le corresponde examinar a la paciente, realizar su ingreso, que implica realizar la historia y eso puede tardarse porque se tratan de muchos detalles. Además de hacerle la vía y para rematar hasta subir a la paciente a Sala de Partos. Todo un proceso que no puede ser atropellado, aún sabiendo ese riesgo de condenar a las siguientes parturientas.

A ese punto, Elda Jiménez, presidenta del Colegio de Enfermeras de Lara, confirma la importancia de contar con todo el personal necesario. Ilustra que solamente para el área de pabellones se estaría hablando de un anestesiólogo, dos cirujanos, un instrumentista, un circulante, dos enfermeras y una tercera para recibir al bebé, que se encarga de la adecuada limpieza de la criatura. Así lo recalca por quirófano, considerando que solamente uno de estos debería ser dispuesto para las emergencias.

Un ambiente tan complejo que ratifica esa tardanza en la procura de los insumos y hasta material quirúrgico, con listas largas que incluyen hasta anticoagulantes. Se ignora que hasta ese determinado tipo de sutura puede ser el inconveniente para los familiares, quienes deben correr de cacería entre farmacias y además de sacar las cuentas de ese presupuesto que poco alcanza para conseguir algo tan sencillo, como la sutura y que debería estar disponible en el centro asistencial.

Tal condicionante conlleva a una espera, en la que cambia en negativo la evolución de la paciente. Si no se trae de inmediato, así como la atención sea inmediata, el cuadro clínico cambia desfavorablemente y puede desencadenarse hasta por no tener sutura.

Para Jiménez, son tantos riesgos cuyas raíces pueden tener como detonante las deficiencias en el suministro del tratamiento. Todo bajo un diagnóstico tan variable, diferido por casos de embarazos no controlados y hasta terminar en esa última palabra de la histerectomía frente a esa tabla de salvación, debido a una complicación severa. El sangrado es tan inevitable y puede causar estragos, teniendo la urgencia de salvar al bebé, así como a la madre. Son dos vidas que pueden quedar en el vilo y al extremo, llevar a decidir por alguna de ellas.