Cafetaleros en ruinas, enfermos y desnutridos: la realidad del campo venezolano

Cafetaleros en ruinas, enfermos y desnutridos: la realidad del campo venezolano

Cafetaleros en ruinas, enfermos y desnutridos: la realidad del campo venezolano

 

 

 

 

Hasta hace unos años, Venezuela ocupó lugares relevantes en el ranking de producción y exportación de café a nivel mundial, posicionándose entre los cinco máximos productores del mundo. Desde principios del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, el cultivo de café desplazó al del cacao y fue el motor que dinamizó la economía nacional.

Corresponsalía La Patilla

La siembra y comercialización del café contribuyó a la apertura de carreteras y vías fluviales, a la consolidación de centros urbanos en las zonas cafeteras y a la transformación de zonas rurales que en pleno siglo XXI se ven destinada a desaparecer, por la crisis que atraviesa el país y por la falta de políticas gubernamentales que impulsen la producción y atención al agricultor.

Trabajadores del campo en el municipio Morán, en el estado Lara, manifiestan que a duras penas logran sus cosechas, con el agravante de que lo hacen a pérdida por no contar con combustible y otros insumos que les permita trasladar la mercancía hacia los centros de acopio para su comercialización.

Pedro Flores, agricultor por más de 30 años de la zona alta del municipio Morán, manifestó que el aumento excesivo de los costos de los materiales para sembrar los ha afectado enormemente. Las nuevas generaciones de agricultores se han visto en la necesidad de abandonar sus fincas para mudarse a las ciudades y, en muchos casos, emigrar al extranjero.

“La crisis nos ha golpeado severamente. Estamos trabajando a pérdidas, ya que los costos de producción son muy elevados. Por si esto no fuera poco, también debemos lidiar con los intermediarios y las mafias que se aprovechan de la crisis del combustible”, denunció.

Damnificados del café

Cafetaleros en ruinas, enfermos y desnutridos: la realidad del campo venezolano

 

 

 

 

Pérez manifestó que a pesar de que el estado Lara produce la mayor cantidad de café en Venezuela, no hay ninguna perspectiva de tener una cosecha ni siquiera aceptable, por las dificultades que han enfrentado los caficultores de la zona.

“En la actualidad, los caficultores del estado Lara se declararon en emergencia ante la falta del combustible (gasoil) para transportar el producto conservado en almacenes donde se pudre, pues no pueden sacarlo a los mercados”.

Lamentablemente han caído en las garras de las mafias del combustible y pagar hasta 200$ por pipa, lo que se traduce en pérdidas incuantificables para la cosecha, exponiéndolos a una inminente quiebra. “En Lara, el productor ha tenido que ingeniárselas para que el golpe económico no sea tan fuerte y puedan satisfacer las necesidades básicas de sus familias”.

Se pueden observar grandes cantidades de café en el piso, secándose al sol a orillas de la carretera, donde los agricultores tratan de salvar lo más que puedan. Al no contar con el gasoil para los hornos de secado, han utilizado humaredas de leña para secar el café también de esa manera. Esto ha afectado la calidad y sabor del producto, aseguran los caficultores.

Dinero perdido

Para el representante de la Asociación de Caficultores de Venezuela, el tan cacareado “Plan Café”, un sistema chavista que buscaba incrementar la superficie de siembra y el rendimiento por hectárea del producto, quedó en puras palabras.

Recordó que para el año 2008, otorgaron a los caficultores créditos de 10.000 bolívares por hectárea. “Esos créditos los dieron a diestra y siniestra, sin supervisión, sin control, eso se perdió todo, es decir, no se logró la meta, porque el Estado no hizo un seguimiento y contraloría a los recursos que otorgaron” indicó.

Y ante todos los problemas que está pasando el caficultor, Pérez le pregunta al régimen: “¿Qué ganan con darle un crédito a un productor de café, ponerlo a trabajar 4 años, y a los 4 años le ponen un precio a su producto, que no le da para cubrir ni los costos ni los gastos de la finca, ni mucho menos sus necesidades básicas?”.

En este sentido, manifestó que fueron muy pocos los productores que cancelaron esos créditos: “Recuerdo que acompañamos en ocasiones a unos técnicos con una lista incalculable de deudores, porque la gente no pagó. Sencillamente, no hubo control y fue muy mal dirigido ese Plan Café”.

Costos de producción

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Pérez señaló que los costos de producción siguen en ascenso por la falta de control de precios en los insumos. A los agricultores las cuentas no les cuadran. Por ejemplo: una planta de café cuesta 0,25 centavos de dólar, y para lograr los 30 o 40 quintales de café por hectárea, necesitan sembrar 5 mil plantas por cada mil metros cuadrados de terreno: “Saque usted la cuenta”.

Agregó que los caficultores deben invertir unos 3.350 dólares por hectárea, sin contar el precio de las plántulas de café. Ahora se suma la crisis del combustible que no llega a las zonas, porque es controlado por las mafias que están a la vista de las autoridades complacientes que nunca actúan.

¿Café para Cuba?

Otro tema que no deja de ser preocupante, es que el gobierno chavista abrió las exportaciones de café, trayendo como consecuencia que “el mejor cafecito que está saliendo, se lo están llevando para el extranjero y están dejando en Venezuela el peor”.

Para la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro) el gobierno aplica “claridad para afuera y oscuridad para la casa” al exportar el café de calidad para Cuba. A la isla caribeña han realizado dos envíos: el más reciente de 150 toneladas, mientras que el primer envío que fue de 75 toneladas.

Advierten que la cosecha continúa descendiendo y las cifras que ofrece el régimen no se adecúan a la realidad. “Asegura que actualmente el consumo de café se ubica en 2 millones 400 mil quintales. Sin embargo, nuestro trabajo de campo nos indica que no se están produciendo 30 quintales por hectárea”.

La desatención al campesino

Ricardo Lucena, productor cafetalero de muchos años de la zona alta del municipio Morán, manifiesta que se ven con tristeza situaciones difíciles que viven algunos de sus colegas. “Aunque en el campo no se pasa casi hambre, porque se puede sembrar cualquier cosa, no pueden lograr una alimentación balanceada, lo que incide mucho en la desnutrición, aparte de no contar con planes sociales de salud por parte del gobierno”.

Indicó que la situación de los caficultores y sus familiares es cada día más desesperante, pues también están padeciendo de enfermedades como parasitosis, lumbalgias, afecciones cardíacas, depresión y accidentes cerebrovasculares. “Incluso, algunos han tomado la decisión de suicidarse por tantas preocupaciones al ver cómo día a día, van perdiendo sus cosechas y gran parte de la inversión hecha, quedando al final con muchas deudas”.

La falta de atención gubernamental ha desmejorado las condiciones de vida de muchas de las familias cafetaleras, que viven en ranchos de bahareque con piso de tierra, cocina de leña, la mayoría sin energía eléctrica y sin letrinas.

“Aquí no hay un ente que regule la situación. No hay gobierno, pero los productores siguen porque a pesar de lo que estamos sufriendo, seguimos luchando, somos perseverantes, valientes y no queremos perder nuestra unidad de producción, que es el patrimonio de nuestros hijos”.

Lo que debe invertir un caficultor para obtener entre 4 y 6 quintales de café por hectárea

2 fertilizaciones = 2000 dólares
3 limpiezas de la hectárea = 180 dólares
1 aplicación de herbicidas = 100 dólares
Destiñe = 80 dólares
Poda de mantenimiento = 120 dólares
Control fitosanitario = 120 dólares
Recolección manual de la cosecha = 500 dólares
Despulpe, limpieza y quitar la cáscara del café = 250 dólares, incluyendo el combustible.

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