La indolencia del chavismo y la delincuencia ahorcan a la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado en Lara

La indolencia del chavismo y la delincuencia ahorcan a la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado en Lara

 

Durante los últimos 22 años de la mal llamada revolución bolivariana, uno de los pilares fundamentales de Venezuela como son las universidades, han sido víctimas de un ataque feroz, no solo de la delincuencia que ha desmantelado a los recintos académicos, sino del vandalismo del régimen chavista que ha ahorcado sistemáticamente a estos centros de estudio al no proporcionar los recursos necesarios para su óptimo funcionamiento.





Por Corresponsalía La Patilla

La principal casa de estudios del estado Lara y también de regiones circunvecinas es una muestra de la saña gubernamental. La realidad que enfrenta la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) es sombría y poco alentadora tanto para su personal como para los estudiantes, que deben continuar manteniendo de pie a una institución que ha graduado a unas 100 promociones de profesionales, pero que con la crisis multidimensional que enfrenta, corre el riesgo de cerrar sus aulas, pues no hay voluntad por parte del régimen de mantenerlas abiertas.

La UCLA tiene siete decanatos divididos en los municipios larenses de Iribarren, Palavecino, Morán y Torres, y en el estado Portuguesa. Estos decanatos son Ciencias de la Salud, Agronomía, Ciencias Veterinarias, Ciencias Económicas y Empresariales, Ciencias y Tecnología, Ingeniería Civil, Humanidades y Artes, donde se imparten un total de 22 programas de formación de pregrado, más los programas de postgrado.

Un presupuesto inexistente

Antes de la llegada de la pandemia, el comedor de la UCLA ya no existía, pues los recursos asignados no correspondían al presupuesto solicitado y muchos estudiantes que viven en otros municipios y en regiones cercanas a Lara, se quedaron sin alimentación.

La Coordinación de Comedores de la Dirección de Desarrollo Estudiantil de la UCLA, proporcionaba el almuerzo y la cena a los jóvenes, pero a raíz de la crisis presupuestaria, este beneficio se acabó en el año 2018.

Cristina Peña, egresada de la UCLA como administradora y contadora, recuerda que la bandeja en el comedor contenía carbohidratos, proteínas, dos contornos, jugo y postre o frutas, pero a medida que fue mermando el presupuesto, la comida fue desmejorando paulatinamente. “Recuerdo que en diciembre hasta ofrecían platos navideños”.

También la profesora Déborah Velásquez, presidente de la Asociación de Profesores Universitarios de la UCLA (Apucla), recordó que cuando comenzó la debacle, lo único que se ofrecía a los estudiantes era arroz o una batata, y eso era lo que almorzaban. “Obviamente el rendimiento bajó muchísimo, porque cómo puede mantenerse un joven sin nutrientes en el cuerpo. Claro que tiene un impacto negativo en la salud y en el desempeño académico de los muchachos”.

El 79% de la población estudiantil son adolescentes y adultos jóvenes, que requieren una nutrición balanceada para su buen desarrollo físico-cognitivo. Y esta falla en el comedor provocó que el menú diario de estudiantes y docentes fuera únicamente de carbohidratos (harinas) y, si acaso, una pequeña proporción de proteicos.

Deserción laboral

Acabar con la autonomía universitaria es una de las razones que explica los pírricos presupuestos que el régimen dispuso para las universidades venezolanas. El ausentismo de profesores, empleados administrativos y obreros se hizo sentir, antes por la crisis salarial, y ahora por la pandemia.

La precarización de los sueldos de los profesores es abismal. Los mismos rondan entre los 5 y 11 dólares al mes, comenta la profesora Velásquez, destacando que son los más bajos en América Latina. El personal administrativo percibe sueldo mínimo, al igual que el personal obrero.

A esto se le suman las pésimas condiciones laborales y beneficios sociales que fueron borrados de toda convención colectiva. Hoy, la fuga de profesionales oscila entre un 40% y 50%.

Desde 2019 se comenzó a sentir el vacío en los salones de clases. La lista de profesores se fue reduciendo semanalmente, ya que muchos no regresaban luego de un fin de semana o de algún período vacacional.

La presidenta de Apucla dijo que hasta el mes de diciembre se contabilizaban 2.400 profesores fuera de la casa de estudios, situación que es preocupante. Además de que esas vacantes no pueden ser cubiertas por personal no calificado.

En el año 2020, el régimen y un sindicato oficialista firmaron una convención colectiva, al margen de los representantes de la mayoría de los trabajadores. Así lo afirmó Rubén Albornoz, presidente de la Asociación de Trabajadores Administrativos de la UCLA (Ataucla).

Las condiciones laborales han sido denunciadas por el dirigente gremial desde hace años y no se equivocó al vaticinar sobre el ausentismo de empleados administrativos y obreros, pues ni siquiera cuentan con un ambiente acorde para trabajar ni insumos para cumplir con sus obligaciones laborales.

Invasiones en la UCLA

El sociólogo Carlos Meléndez, miembro del Observatorio de Universidades, destacó que de las principales conclusiones a las que ha llegado esta organización, se encuentra el hecho de que en estas instituciones existe lo que llaman una inseguridad multidimensional. Durante el año 2021, la UCLA fue víctima de 169 robos en todos sus decanatos.

Meléndez afirma que la inseguridad en la UCLA se encuentra en el ámbito de lo ciudadano público. “Vamos a decirlo en dos áreas: una de carácter jurídico y está presente en los agravios, en las afectaciones que ha tenido previo a la pandemia, porque la inseguridad en la universidad es previo a la pandemia con las invasiones que tuvieron un efecto negativo en el desarrollo científico que por más de 40 años la UCLA tenía, por ejemplo, en el Instituto de la Uva que dependía del Decanato de Agronomía y que le permitió a la universidad tener sus propias semillas “.

Estas invasiones no solo se han visto en la sede de postgrado del Decanato de Agronomía. La UCLA también ha sido víctima del vandalismo en el centro de trabajo del Torrellero, que depende del Decanato de Veterinaria, donde destruyeron años de investigación genética del ganado Carora, así como también de la ganadería caprina.

“¿Cuál es la razón de que esto suceda, previo a la pandemia y que se haya magnificado durante los años y meses que llevamos ya de coronavirus? Hemos podido determinar que existe una correlación entre el aumento de la delincuencia dentro de la universidad y el aumento del déficit presupuestario, porque por años lo que le permitió a las universidades poder proteger su patrimonio había sido la capacidad que tenían para contratar los sistemas de vigilancia privada, incluso, en los momentos más difíciles de la delincuencia venezolana, las universidades todavía se podían salvaguardar”, aseguró Meléndez.

Desde 2014 en adelante, pero con mayor énfasis en 2017 y en los siguientes años, las universidades perdieron la capacidad de proteger sus espacios. Por lo general, dentro de los campos universitarios hay lugares abiertos, porque se necesitan tener terreno para el desarrollo científico-tecnológico y el proceso del aprendizaje de los estudiantes.

En la encuesta Condiciones de Vida de la Población Universitaria en Venezuela (Enovu 2021) aplicada por el Observatorio de Universidades, se identificó que 5 de cada 10 profesores dijeron que las universidades controladas por el régimen chavista también habían sido robadas, es decir, el dimensionamiento de la situación de las universidades es más grande. No solamente afecta a aquellas que no están controladas por el gobierno, sino también a las autónomas y las experimentales.

“Nosotros hemos tenido en la UCLA, por ejemplo, espacios que se han debido abandonar totalmente, porque se quedaron sin aires acondicionados, sin computadoras, sin escritorios, porque fueron robados de la universidad. Entonces, esto va a tener un efecto directo en el derecho al trabajo de los universitarios, y segundo lugar en el derecho a la educación, porque son universitarios que se quedaron sin laboratorios como en el caso de Veterinaria, sin equipos como el caso de Agronomía, que impiden la reposición de lo robado por el mismo déficit presupuestario que afecta estructuralmente las distintas funciones de la universidad”, dijo Meléndez.

En este caso, el déficit presupuestario ha incidido en que las universidades tengan un rezago tecnológico de más de 20 años, siendo responsable el Estado venezolano, que debe garantizar las condiciones de seguridad dentro del recinto universitario a través de la otorgación de presupuesto, pero también a través de alianzas entre las instituciones.