Jóvenes venezolanos hacen malabares para continuar sus estudios en universidades privadas

la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en Ciudad Guayana

 

 

 





Hace dos años, la joven de 20 años tomó su maleta y dejó Ciudad Guayana. El motivo: mudarse a Valencia para cumplir su sueño de estudiar odontología. Rosanna nombre ficticio– estudia en la universidad José Antonio Páez, relata cómo estudiar lejos de casa se vuelve cada vez más a cuestas.

Pableysa Ostos // Corresponsalía lapatilla.com

A veces se hace complicado con tantos gastos. Pagar la universidad, pagar residencia, insumos odontológicos, materiales, todo. Actualmente estoy cursando el sexto semestre de la carrera”, comentó.

En cambio Rossana, al igual que muchos jóvenes venezolanos, no ha podido solo dedicarse a estudiar, le ha tocado buscar un trabajo para así tener un medio de ingreso, “hace dos meses conseguí un trabajo de medio tiempo en una tienda de ropa y la verdad que mis jefes son conscientes conmigo”.

Entre las clases y estar en la tienda hasta que cierren, llegó muy cansada, al punto de que hay a veces en las que no me da tiempo de llegar a la casa a estudiar, solo llegó a dormir y al otro día se vuelve a la misma rutina”, sumó la joven.

Relató que tiene que trabajar, porque así logra cancelar el pago de sus historias clínicas o los exámenes para sus pacientes, “ya qué cuando estudias esta carrera tienes que cancelarle absolutamente todo a tus pacientes”.

Destaca que el compañerismo es fundamental en la carrera, ya que entre todos reúnen para comprar los insumos, equipos médicos qué necesitan, “para que no sea una gran inversión y poder ahorrar para los otros gastos que se vienen”.

Ante la interrogante de si considera que en Venezuela los jóvenes han dejado de hacer cosas de ‘jóvenes’ para asumir responsabilidades como, tener más de un empleo, mantener a su familia, Rossana que señaló que “siento que en su gran mayoría, muchos jóvenes como yo nos ha tocado sacrificar muchas cosas para alcanzar nuestras metas”.

No es un secreto que en las universidades privadas te gradúas más rápido en comparación con una pública. En el momento que empecé a estudiar hace dos años, mi familia tenía más entradas de dinero y se hacía fácil costear, también influye el hecho de que en la universidad en la que estudió (José Antonio Páez) era mucho más económica en comparación a ahorita”, comentó.

Abandonar la universidad

Muchos jóvenes han sacrificado cosas ‘básicas’ como comer en la calle, comprar ropa o zapatos

 

 

 

 

Sí bien algunos siguen haciendo malabares para costear la universidad, para otros se ha hecho casi imposible y han tenido que abandonar, tal es el caso de Moisés Rojas, tuvo que congelar el semestre en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en Ciudad Guayana.

Confesó que al inicio contaba mayormente con la ayuda de sus padres para costear todo el tema universitario, pero luego tuvo que empezar a trabajar para seguir costeando la carrera y otros gastos de su casa.

Me ha costado parte de mi vida. Dejar de hacer actividades como CrossFit, descompletar mis ahorros hasta el punto de quedarme sin nada incluso para mis gastos básicos como higiene personal, alimento o ropa”, resaltó el joven de 24 años.

Admitió que tanto él como la mayoría de sus amigos han tenido que trabajar “de mil y una manera por sueldos muy bajos, sin contar la carga excesiva de trabajo que dan las empresas por no querer contratar más personal”.

Con decepción nos comentó que “abandoné la idea de retomar mis estudios aquí por la pésima relación en costo y calidad educativa. Yo opté por estudiar en una privada en su momento, porque ofrecía una formación muy superior en comparación a otras universidades, tanto públicas como privadas”.

Según la Encuesta Nacional de la Juventud (ENJUVE) 2021, elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), hay 6 millones 817 mil personas que tienen entre 15 y 29 años, de ellas, un millón de jóvenes (15 %) están al frente del hogar donde residen.

El fenómeno preocupa a los expertos, mientras se estima que 880 mil hombres y mujeres menores a los 24 años no continuaron su formación académica entre 2015 y 2021.

“No pierdo las esperanzas de volver”

Estudiantes hacen sacrificios para seguir costeando una universidad privada debido a cómo estás las universidades públicas

 

 

 

Otra historia similar a la de Moisés, es la de Juli Solórzano, de 20 años. Ella congeló su carrera en la UCAB cuando cursaba el quinto semestre.

Antes de la pandemia vendía casabe, eso me ayudaba mucho a pagar la universidad. Cuando me inscribí estaba pasando por una situación muy difícil con mi hermano, quien tenía leucemia y no teníamos para costear la universidad, entonces tenía beca. Luego él falleció”, relató la joven.

Sumó que se quedó con la ‘beca primicia’, la cual ofrecía la universidad. Pero en el tercer semestre cuando se fue a inscribir “ya no la tenía porque la eliminaron, y me colocaron una ayuda económica que ofrece la universidad que se llama: pensión proporcional en la cual pagaba la mitad del semestre”.

Admitió que la ropa es una de las cosas que ha dejado de ser prioridad, que la comida es lo principal. “Inicié mi emprendimiento y como no vendía, más la falta de gas que es complicada en la ciudad tuve que paralizarlo. Ahorita lo estoy retomando para ver si logro entrar otra vez a la universidad. Me han dicho que me meta en una pública para que siga estudiando pero entras hoy y mañana hay un paro, se roban los aires, etc”.

No pierdo las esperanzas de seguir estudiando en la UCAB. En algunas ocasiones me ha tocado pedir ayuda a mi familia que está afuera, pero me dicen que es un poco difícil”, comentó Solórzano.

Amnistía Internacional destaca que al menos 5,7 millones de personas han salido de Venezuela hasta la fecha. Mientras que la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela RV4 destaca que la cifra supera los 6 millones. Por su parte, ENCOVI refleja que la mitad de los que han dejado el país tienen entre 15 y 29 años.

Las cosas sencillas se hicieron imposibles

Tengo tiempo que no sé lo que es comerse un perro caliente en la calle. Tuve que dejar todas esas cosas, que parecieran insignificantes pero que me generaban un gasto que definitivamente tengo que usar es para costear la universidad”, comentó otra joven.

Mientras que Álvaro Riveros relató que le ha tocado sacrificar muchas cosas. “Una vez tuve que vender un instrumento de trabajo (un trípode) para pagar una parte de una mensualidad y eso que tengo beca de 30% menos. Y le dije a mis padres que no me regalaran nada por sacar 20 en la tesis, sino que ahorremos para la mensualidad de febrero. Además de sacrificar el comprar zapatos o ropa”.

La realidad de la juventud hoy en día es totalmente diferente a la de hace unos 10 o 15 años”, sumó Riveros.

Otro joven de 23 años comentó que “mis padres y yo hemos tenido que sacrificar algunos objetos personales, dejar de comprar ropa y calzado y sobre todo no podemos darnos gustos ya que el dinero es para la comida y para pagar las cuotas”.

He tenido que privarme de muchas cosas, ya que es mi objetivo principal graduarme, pero hay muchos que quizá tienen más posibilidades y no están pendiente de eso. Lastimosamente es difícil tener varios empleos si se está estudiando así que para tener la responsabilidad de mantener a la familia únicamente, se tendría que dejar de estudiar”, agregó.

La unidad de crédito en la UCAB es de 10 dólares, y un semestre puede ir desde mil dólares hasta 1.500. En el caso de la Universidad Gran Mariscal de Ayacucho (UGMA) la unidad de crédito también es de 10 dólares y el semestre oscila entre 200 y 260 dólares.

Y en la Universidad Bicentenario de Aragua (UBA) para los nuevos ingresos en las carreras de Comunicación Social, Derecho, Administración, Sistemas y Contaduría, el costo es de 270 dólares y para los estudiantes regulares el semestre está en 160 dólares.