¿Cómo lo hace? La insólita historia del hombre que lleva seis años comiendo en restaurantes sin pagar la cuenta

¿Cómo lo hace? La insólita historia del hombre que lleva seis años comiendo en restaurantes sin pagar la cuenta

Plato combinado de cerdo, papas y huevo frito. / ©Daniela White Images

 

 

 





La historia de la picaresca española está ya muy documentada, pero Antonio Miguel Grimal se ha ganado a pulso aparecer en ella porque lleva al menos seis años negándose a pagar la cuenta en los restaurantes a los que acude. Según Victoria Jiménez, la última abogada de oficio que lo ha asistido, este hombre de 47 años es ya un viejo conocido de la Policía en Zaragoza porque acumula 46 detenciones, repitiendo siempre un mismo modus operandi: come lo que apetece, pide la cuenta, asegura que no va a pagar y, si el hostelero opta por denunciarle, espera a la patrulla con indiferencia.

Por Cadena SER

Juanjo Gracia, uno de los propietarios del bar Espumosos 5M, se topó con Grimal hace pocas semanas: “El muy cabrón le dijo al camarero que le pusiera una cerveza mientras llegaba la Policía. Es un abusador. Sabe que no se le puede hacer nada. Si ha estado encerrado ha sido por no querer identificarse o no acudir a las comparecencias. El problema de darle publicidad es que ahora aparezcan otros como él”.

Según el Heraldo de Aragón, Grimal ingresó en prisión el pasado 13 de marzo después de comer sin pagar en nueve restaurantes a lo largo de un mes. Pero no es lo habitual porque la jurisprudencia del Tribunal Supremo impide aplicar el agravante de reincidencia en los delitos leves para evitar “penas desproporcionadas”. En 2017, de hecho, la Fiscalía llegó a pedir tres años de cárcel y una multa de 2.160 euros por haber cenado en un hotel con dos amigos (143,30 euros) y no pagar la cuenta. Pero la pena acabó siendo mucho menor: 270 euros y la obligación de saldar la deuda de la cena.

La cuestión es que, al disponer solo de una pensión no contributiva, Grimal esquiva todas las sanciones y, como mucho, sale del juicio rápido con una orden de alejamiento que le impide volver al establecimiento al que estafó deliberadamente. Es decir, que Grimal, oriundo de Barcelona, ha dado con una especie de fallo en el sistema que, en la práctica, le permite seguir comiendo gratis casi con total impunidad. A principios de marzo, de hecho, lo primero que hizo al salir del calabozo fue irse a cenar marcándose otro simpa.

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