El espantoso asesinato de Carlos Lanz debe ser objeto de meditación profunda no solo para sector político en general… sino para el resto de la sociedad.
A mi entender así comenzó Colombia a deslizarse por una espiral de violencia que ha costado cientos de miles de muertos y gran parte del potencial PIB que no se pudo desarrollar en ese país.
En Venezuela, aparte del chismorreo, no se ven acciones o siquiera reuniones entre políticos de uno y otro bando… para que a partir del horrendo crimen contra Lanz… recomendar al ejecutivo… y actuar.
Habrá quien piensa que el crimen contra Carlos Lanz fue un caso aislado, producto de mentes afiebradas de tanto ver diskettes quemados con las series donde se ensalza la vida de los narcos colombianos. Si así piensan están equivocados y hay casos a la vista de todos donde las víctimas son ciudadanos comunes… que no tienen quien ordene “resolver el asunto”… y los crímenes quedan impunes.
Por ejemplo al lado de nuestra vivienda familiar, en la hoy icónica urbanización de Las Mercedes, ha sucedido un caso que hace años los periodistas habrían calificado como “terrorismo judicial”.
Caso que a mí me huele a robo cometido con las técnicas de mafias internacionales, que desde las grandes migraciones y la pandemia… en otros países de América e incluso en Europa del este… han desarrollado metodologías para apropiarse de viviendas y locales comerciales aparentemente abandonados.
El caso de mis vecinos en la calle Paris de Las Mercedes lo comenté hace unas semanas: resumiendo, lo principal es que el dueño del inmueble –pequeño edificio de 2 pisos- se marchó de Venezuela a su España en 1976.
Que allí falleció al igual que sus hijos y que el edificio originalmente alquilado –allí nació el animador Nelson Bustamante- terminó siendo ocupado por personas que si bien la mayoría nunca conoció al constructor y propietario… habían pagado traspasos que honraban en tribunales.
El caso se puso “raro” cuando apareció un tribunal de buenas a primeras… sacando sin aviso a los habitantes y a un electroauto que llevaba en el sitio más de 30 años.
Más “raro” cuando pasado el desalojo a la brava… donde ni siquiera se cumplió con el derecho de pernada que tienen los inquilinos para comprar antes que nadie una propiedad en venta… y cuando nos enteramos que la juez amenazó a los afectados “que si no aceptaba el desalojo se los llevaría presos… por invasores”.
Viendo los papeles del “desalojo” el caso se ve “más raro”: un edificio en Las Mercedes por muy mal conservado que estuviese… no vale 4 bolívares… que fue el precio supuestamente pagado a un vendedor… en España. Venta que no fue postillada ni en Narmia.
Es evidente que tras décadas de socialismos este país dejó de “ser rico” –que nunca lo fuimos-. Y también es obvio que el presidente Maduro intenta cambiar al neoliberalismo –que no es liberalismo sino otra forma de estatismo-. Pero así cómo hay que comenzar profundos cambios en el Sistema de Justicia… salvo que deseemos la proliferación de pranes imponiendo penas de muerte al margen de la CRBV… como fue el asesinato de Carlos Lanz.
Así mismo el poder público debe investigar lo sucedido con mis vecinos echados como si fuesen animales… de sus hogares y lugar de trabajo… por décadas… de uno de los terrenos más costosos del país.
Tengo pocas esperanzas ya que en el caso mencionado han fallado desde la alcaldía, la Fiscalía, el Seniat y el órgano que investiga tribunales.
Sin embargo hay una pequeña luz que es la solidaridad venezolana con el débil. Sean humanos o mascotas.
Tengo 5 gatos y un seminterno negrito que siempre viene de noche a comer algo: aquí lo recibimos y hasta le pusimos el nombre de “Satanás”.
No sabía que ese gatico vivía al lado hasta que vino su dueña a buscarlo: así me enteré que se llama “Pifo”.
Y Pifo sigue seminterno en mi casa… hasta que vuelva la joven dueña a buscarlo… eso y mi disposición a declarar a su favor… sabiendo que es el segundo inmueble que se apropian de manera “rara”… en Las Mercedes… es mi parte de solidaridad.
A mi juicio por el modus operandi de mafia internacional… se trata de un caso grave no solo porque atenta contra la propiedad… sino porque acaba con la poca credibilidad que en mí país tiene el Poder Judicial.