Se gustaron, se desearon, se adoraron, pero no hicieron nada: el absurdo romance fallido de Keanu Reeves y Sandra Bullock

En Máxima velocidad, Sandra Bullock y Keanu Reeves, como Annie Porter y Jack Traven, debían desactivar una bomba a punto de explotar mientras iban en un micro (Foto: Grosby Group)

 

Si nos piden nombrar una película de acción que marcó los 90, en el top ten sí o sí figurará Máxima velocidad. Como Annie Porter Jack Traven, Sandra Bullock y Keanu Reeves debían desactivar una bomba a punto de explotar. Hasta ahí nada muy original, pero el asunto se complicaba porque el villano Howard Payne (Dennis Hopper) no tuvo más maléfica idea que meter el artefacto explosivo en un micro y le agregó un detallecito. Si el vehículo superaba los 80 km/h la bomba se armaba, y a partir de entonces, si la velocidad bajaba de esos 80 km/h, la bomba explotaba, con pasajeros incluidos lo que además destruir sus vidas les rompía a los espectadores la confianza en los súper héroes que luchan contra los súper villanos. Y ya sabemos que para andar destruyendo ilusiones y aniquilando sonrisas alcanza con que nos bloquee un contacto sin necesidad de tanta bomba y esquirlazo.

Por infobae.com





Máxima velocidad logró consolidar a Reeves como estrella y lanzó a Bullock a la megafama. Jan De Bont, el director, ya tenía decidido que Keanu fuera el protagonista. El actor, que venía de trabajar con Francis Ford Coppola, Kenneth Branagh y Stephen Frears, en una primera lectura del guion no se interesó por esta historia que le parecía muy similar a Duro de matar. El estudio convocó a Joss Whedon, que reescribió la trama. El nuevo enfoque más una charla con el director lograron convencer a Reeves. “De Bont no quería violencia gratuita en la película. Lo que hizo, en cambio, fue abordar ansiedades reales en el ser humano: el temor a los ascensores, a los micros y a los lugares públicos, la idea de ser tomado prisionero o la desesperación que sobreviene cuando nos hacen esperar demasiado”. Además recibió un plus que le encantó: le permitirían hacer todas las escenas de riesgo.

Keanu en hawaiano significa “brisa fresca sobre las montañas”

 

Para el protagónico femenino, De Bont tenía claro qué quería pero no a quién quería. No le interesaba una cara bonita sino una actriz que transmitiera una imagen de persona “real”, por eso rechazó a Michelle Pfeiffer, Demi Moore y Gwyneth Paltrow. El productor Joel Silver, que había trabajado con Bullock en El demoledor, le dijo que la morocha era ideal para el protagónico. Al conocerla, De Bont supo que no debía buscar más, ella era la indicada, pero el estudio la rechazó. El director insistió y logró que la aprobaran.

Mientras De Bont trataba de convencer al estudio de aceptar a Bullock, ella trataba de convencer a sus amigos que le aconsejaban que no hiciera esa película con un micro descontrolado porque le aseguraban que ese argumento era una tontería y arruinaría su carrera que comenzaba a acelerar. Sandra les demostraría que el micro se podría estrellar pero ella no.

Hasta Máxima velocidad, Sandra Bullock no había participado en ninguna superproducción (Shutterstock)

 

La película se comenzó a rodar en 1993 pero no todo marchó sobre ruedas y no por problemas con las locaciones ni falta de presupuesto. De Bont le había pedido a Keanu que se cortara el pelo muy corto, al estilo de los miembros de la fuerza, pero el resultado no lo convenció. Hubo que esperar unas semanas hasta que le volviera a crecer el cabello. Al comenzar a filmar hubo otro incidente. En una toma y fuera de guion, Reeves rompió un vidrio de la puerta del micro. Por suerte, nadie resultó herido y la rotura involuntaria quedó tan bien que la dejaron en la edición final. No fue la única que salió por casualidad. La escena en la que Annie finge sentarse sobre un chicle para librarse del pesado de Stephens fue una improvisación de la actriz.

Lo que no se pudo improvisar fue cuando Bullock avisó que, aunque sabía conducir, jamás había manejado un micro. Recibió unas clases de manejo a “máxima velocidad” y demostró ser buena alumna porque logró dominar el volante sin problemas aunque sin registro habilitante. Que fuera una conductora también resultó un aporte visionario del guion que buscó romper cierto prejuicio que asegura que las mujeres conducen peor que los hombres. La película demostraba que no.

La película se filmó en localizaciones de la autopista 105 de Los Ángeles antes de ser abierta al público (Foto: Grosby Group)

 

La historia se filmó en Los Ángeles y al principio todo transcurriría dentro del micro, pero para los productores resultaba demasiado claustrofóbico y se incluyeron algunas escenas -pocas- en el exterior. Pese a los cambios, Bullock recordaría que el 80% de la película se la pasó filmando sentada algo que le entumeció los músculos.

Una de las escenas claves es la del salto del micro (alerta spoiler). Resulta que la autopista está en obras, y le falta un tramo de unos 15 metros. Los pasajeros deciden cruzar los dedos. Annie pisa el acelerador a fondo, el vehículo salta hasta el otro extremo y sigue andando. Según las leyes de la física tendría que haberse estrellado, pero si perdonamos a Rose de Titanic por no dejarle espacio a Jack en la tabla flotante cuando por las leyes de la física se habría salvado, ¿por qué vamos a andar cuestionando si el salto era posible o no? Además la idea no salió de una mente retorcida. Se le ocurrió a De Bont un día que, transitando con su auto por una de las autopistas de Los Ángeles, notó que una parte del asfalto había desaparecido y le dieron ganas de saltar, aunque obviamente no lo hizo porque ya sabemos que una cosa es el principio de realidad y otra, el sistema de creencias.

Durante el rodaje de Máxima Velocidad se utilizaron 12 micros diferentes (Foto: Grosby Group)

 

Todo transcurría bien cuando el 31 de octubre de 1993 una noticia sacudió a Hollywood. River Phoenix moría de una sobredosis. Reeves lo conoció mientras filmaban Te amaré hasta que te mate y volvieron a trabajar juntos en Mi mundo privado. La amistad entre ambos actores se consolidó. “Hasta ese momento, prácticamente no tenía amigos en la industria, porque no había conocido a nadie con quien quisiera pasar el rato en privado. Es más fácil para mí separar mi vida privada de mi vida laboral”, contaría Keanu.

Ante la muerte de River, sintió que el mundo se desplomaba. Pidió unos días no para intentar mitigar el dolor pero al menos para intentar soportarlo. “Lo único que podía asegurar era que nunca había sentido algo como eso en toda mi vida, era un dolor que iba mucho más allá de estar simplemente triste. No sabría cómo explicarlo, solo que no podía dejar de llorar por horas”. Cuando volvió al trabajo, Keanu se mostró todavía más reservado.

“Era como estar suspendidos a cien metros del suelo y mirar a una hermosa piscina de agua”, contaba Keanu en su famosa entrevista junto a River para la revista GQ. “Nos mirábamos el uno al otro como diciendo: ‘¿Quieres saltar? Sí, vamos a saltar’”

 

Pero ya sabemos que en esos días donde uno se despierta con ganas de extinguirse, aparecen personas que nos ayudan a volver a encendernos. Y eso pasó entre Keanu y Bullock. “Era súper talentosa en cualquier situación. Teníamos que hacer cosas loquísimas, pero ella era tan auténtica, y tan simpática e inteligente. Destilaba autenticidad. Fue una alegría tenerla cerca y trabajar con ella”, reconoció Reeves muchos años después en Entertainment Tonight y agregó que por ella “era lindo ir a trabajar”.

De su compañero de trabajo, Sandra contaba: “La primera vez que nos vimos me pasé mucho tiempo llenando silencios, solo para sentirme cómoda. Y cuanto más conversaba, él más callado se quedaba”. Pensó: “¡No entiendo lo que ocurre! Me mira con ojos confusos. Está callado. ¿Dije algo que lo ofendió?”. Entonces, un día o dos después, le llegaba una papelito donde él le había escrito con linda letra: “Estuve pensando lo que me dijiste. Gracias”.

Bullock y Reeves se suelen encontrar una o dos veces al año (Foto: Grosby Group)

 

Un detalle mostró que realmente Keanu la escuchaba. La actriz le comentó que jamás había probado ni champagne ni trufas. Al día siguiente, Bullock estaba haciéndose la manicura con una amiga, escuchó cómo una moto se acercaba a su casa y estacionaba. Sonó el timbre. Al abrir la puerta se encontró a Reeves con un enorme ramo de flores, una caja con trufas y una botella. “Pensé que te gustaría probar el champán y las trufas”. Imagine el lector ese momento y sí un poquito de mucha envidia nos da.

Al estrenar la película, cuando le comentaban la química con su compañero, Bullock admitía: “Me encanta la manera en que mira Keanu cuando me besa en Máxima. ¿Por qué no nos miran así los chicos con los que salimos?”.

La química de Bullock y Reeves era innegable en la cinta y aunque no llegaron a tener una relación amorosa, tuvieron una gran atracción (Foto: Grosby Group)

 

Tuvieron que pasar 25 años para que ambos reconocieran que entre ellos había una atracción que no era fatal pero sí romántica. Bullock contó que durante todo el rodaje estuvo nerviosísima porque él le resultaba encantador. ”Era difícil para mí comportarme seriamente”, le aseguró a Ellen DeGeneres. “Él me miraba y yo, no sé, yo me reía… Recuerdo lo dulce y lo bonito que era”. Sandra estaba convencida de que Reeves nunca se fijaría en ella. “Nunca salí con él. Supongo que había algo de mí que no le gustaba”, dijo con ternura.

Lo increíble es que a su compañero le pasaba lo mismo. Cuando fue el turno de Keanu en el programa de Ellen, el actor aseguró no haberlo notado y confesó: “Evidentemente Sandra no sabía que yo estaba enamorado de ella”. “¿Por qué nunca pasó nada en la vida real si ambos se gustaban?”, preguntó DeGeneres como una fanática más que deseó verlos juntos fuera de la pantalla. “Estábamos trabajando”, se lamentó el actor. “Era lindo ir al set”, dijo Reeves, admitiendo que la química entre ellos fue algo real.

El romance no nació pero sí surgió entre ellos una amistad que continúa hasta hoy. “Podemos crecer juntos en carreras paralelas y reunirnos para cenar y tratar de trabajar juntos, pero cuanto más pasa el tiempo, más asombrada estoy del ser humano que es. ¿Hubiera podido decir eso si él me hubiera dejado -en caso de haber tenido un romance- y me hubiera hecho enojar? Probablemente no”. Aunque parezca anacrónico o terriblemente romántico hasta hace unos años se comunicaban por carta porque Keanu se negaba a usar una computadora o tener mail. Solían encontrarse dos o tres veces al año eso sí, según reveló ella elegían “un lugar que no sea fácil de encontrarnos, así que nos dejan bastante tranquilos. No somos tan interesantes. Realmente, no lo somos”.

Sin un romance explosivo para promocionar, pero con una buena propuesta como película de acción, Máxima velocidad arrasó en los cines con la misma fuerza que avanzaba el micro. “Me di cuenta de que mi vida no volvería a ser la misma cuando un flash apareció por sobre la puerta del baño público donde estaba haciendo pipí”, le contaba Bullock a la revista Film Review. Su cuenta bancaria también notó la diferencia. Por la primera versión de Máxima velocidad cobró 500 mil dólares, por la segunda: 12 millones.

Keanu Reeves y Sandra Bullock volvieron a trabajar juntos en La casa del lago bajo la dirección del argentino Alejandro Agresti (Foto: Shutterstock)

 

Lejos de los flashes, la vida personal de la actriz también sufrió una gran decepción. Luego del estreno rompió su noviazgo de cuatro años con Tate Donovan, que no pudo soportar su éxito. Cuatro años después de Máxima velocidad, Keanu Reeves conoció a Jennifer Syme. Se enamoraron y comenzaron un romance; al poco tiempo ella quedó embarazada. Jennifer tuvo un parto prematuro: la beba alcanzó a vivir unas horas y murió. Su mamá quedó sumida en una tristeza muy fuerte que terminó con la pareja, aunque siguieron en contacto.

El 1 de abril de 2001, Jennifer falleció en un accidente. Fue enterrada junto a su hija. Reeves ayudó a llevar su ataúd a la salida de la iglesia. Nunca lo dijo, nunca lo contó pero intuimos que en medio de su tristeza, el actor recibió el llamado de su amiga. Seguramente ella debe haber hablado y hablado mucho. Habrá intercalado bromas con alguna pavada, pero también le habrá dicho que lo quería. Quizá le dijo que es más fácil conducir un micro que nunca manejaste, desactivar bombas ficticias que pronunciar las palabras justas en el momento justo. Es que vivir puede ser hermoso pero también una tremenda herida. Intuimos que Reeve se quedó en silencio y quizá después le escribió en un papelito la palabra “gracias”. Porque si en el trabajo tuviste un compañero que te regaló una trufa y una compañera que te hizo reír, ya no importa vivir a máxima velocidad, sino saber que contás con ese abrazo que te hace sonreír y llorar, pero sobre todo logra que te quedes quieto y tiembles como si fuera el primero, como si fuera el último…

“Nada me gustaría más que hacer una comedia con Keanu antes de morirnos, solo riendo con él. Él es gracioso. Puede que sea a los 75 años y sería incluso mejor entonces como un Cocoon de personas mayores interpretando a dos viejos divertidos. Un viaje por la carretera”, aseguró Sandra Bullock (Foto Shutterstock)