Entramos al 2023 con un país donde la dinámica política ocupa buena parte de los espacios de opinión y de atención ciudadana. Observamos cómo lo político supera cualquier iniciativa de los distintos actores sociales o económicos, dejando a un lado el conveniente debate sobre las prioridades necesarias para el mejoramiento de las condiciones de vida de las familias venezolanas, tales como: costo de vida, niveles de consumo, canasta alimentaría, salarios y servicios públicos.
Un país donde lo político se convierte en la primera prioridad del acontecer nacional, nunca podrá superar sus limitaciones y posibilidades de crecimiento social y económico. Así lo podemos observar en el conglomerado de las Naciones del mundo con mayores niveles de desarrollo humano, donde lo político se inclina por lo social y el crecimiento económico, siendo los salarios y mejoras en los niveles de calidad de vida sostenidas por políticas de estado que las consideran prioritarias, facilitando a los actores económicos los medios para lograrlo con mejoras sociales para el beneficio de la población.
Lo preocupante es que el estigma de la desunión nos persigue y angustia, si a esto añadimos la exclusión aplicada para los que se consideran antagónicos para las distintas propuestas políticas presentadas. Nos referimos a las posiciones radicales observadas al rechazar cualquier iniciativa que no sea la propia, nos indica que vamos en la dirección equivocada y en rumbo de dimensiones desconocidas.
Encontrándonos que las soluciones esperadas de los diálogos para discutir los temas políticos y económicos; fueron ignorados al no alcanzar ningún resultado. Lo único logrado es una creciente frustración en la base popular que se siente olvidada y marginada del acontecer nacional.
Vicente Brito
Presidente
Red por la defensa al Trabajo, la Propiedad y la Constitución.