Gerardo Lucas: Paradoja del presentismo

El presentismo en el contexto de la historia consiste en juzgar el pasado a partir de los valores y criterios del presente. Esta propuesta resulta especialmente paradójica si se considera, como decía el historiador francés Marc Bloch, que la historia es “el estudio de los hombres en sociedad a través del tiempo”. Se refiere al tiempo histórico, no al presente.

Algunos historiadores evitan proposiciones modernistas por considerarlas una forma de desviación cultural y porque estiman que generan una interpretación distorsionada del hecho histórico. Otros opinan que es una falacia. 

Los proponentes del presentismo, por su parte, sostienen que no exponer las implicaciones morales de los hechos históricos solo sirve para condonarlos. 





Por ejemplo, en la historiografía sobre el esclavismo, muchos investigadores estudian lo ocurrido enmarcándolo en el tiempo en que ese fenómeno tenía aceptación generalizada,  sin intentar reinterpretarlo a la luz del presente. Mientras que, el enfoque presentista, por su parte, considera que no juzgar esos hechos a partir de los criterios actuales implica la convalidación de las prácticas de las clases dominantes. 

En los Estados Unidos esta discusión tiene una renovada actualidad. Por una parte, la Américan Historical Association condena el presentismo considerándolo: “una desviación cultural, que crea una comprensión distorsionada del objeto de estudio”. Del otro lado,  historiadores como David Armitage, de la Universidad de Harvard, sale en defensa del presentismo en su artículo “In Defense of presentism” en el cual afirma que: “Cuando el pasado irrumpe en el presente… expone cuestiones de tipo ético para nosotros individual y colectivamente. Solo si asumimos el presentismo podremos oír esas cuestiones y construir repuestas que conduzcan al florecimiento de la humanidad”.

Sobre esta polémica, en Venezuela, hemos tenido ejemplos recientes protagonizados por el gobierno del Socialismo del Siglo XXI: tal es el caso de la estatua de Cristóbal Colon, que se ubicaba en la cercanía de la Plaza Venezuela, que fue derribada y destruida en el año 2004, se acusaba al descubridor de esclavista y genocida de los pueblos indígenas, sin ponderar el hecho y significación que tiene en todos los ámbitos el Descubrimiento de América. En contraste, este movimiento erigió estatuas al líder federalista Esequiel Zamora, el hombre de “tierra y hombres libres”, aun cuando fue un terrateniente y propietario de esclavos, como lo demostró un estudio sobre el personaje que realizó el historiador Manuel Donis (Caracas, El Nacional-Fundación Bancaribe, 2007). 

Este ejemplo sirve para entender la complejidad de esta propuesta. Como vimos, la interpretación modernista puede ser útil para resaltar injusticias pretéritas, pero también ser un instrumento para avanzar agendas políticas y en este caso el camino es más escabroso. En este tema aún no se ha dicho la última palabra. ¿Qué opina usted?

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