Los Olivos, hundido en la miseria con el desbordamiento del río Coro y las falsas promesas del chavismo

El sector está lleno de monte, sin alumbrado público y sin seguridad

 

 

 





 

 

El sector Los Olivos del municipio Colina en el estado Falcón, al occidente de Venezuela, no avanza ni tampoco sale de la miseria tras dos décadas de promesas que el chavismo ha dejado en el aire.

Corresponsalía lapatilla.com

Esta populosa comunidad, ubicada entre la capital de Falcón y La Vela de Coro, ambas localidades reconocidas como Patrimonio Cultural por la Unesco, no ha tenido suerte. Ante el infortunio que significa vivir bajo la mirada indiferente de quienes (des) gobiernan, los habitantes del sector se han activado para no morir de mengua.

Los Olivos fue uno de los lugares más afectados por el desborde del río Coro, que se registró en octubre de 2022. Las familias perdieron todo… Apenas se quedaron con la ropa que llevaban puesta durante la tragedia.

Muchos fueron socorridos por funcionarios de Protección Civil, quienes lograron sacarlos de sus hogares, donde el agua arrasó con todo a su paso y alcanzó casi los dos metros de altura en algunas viviendas.

El poblado ha crecido alrededor del río Coro, con casas construidas por los mismos habitantes. Incluso, muchos pueden ver y escuchar el afluente desde el patio de sus viviendas.

Una ayuda efímera

Las autoridades prometieron cosas que no cumplieron y ya han pasado cuatro meses del suceso

 

 

 

 

Una vez que el río invadió las casas, acudieron muchos funcionarios de rescate, alcaldes y hasta el gobernador chavista Víctor Clark junto a todo su gabinete. Los afectados fueron recibidos en una casa del mismo sector que habilitó un vecino para ayudar, mientras que el gobierno regional los dotó de alimentos, agua y colchones para que pudieran quedarse en el lugar.

Por casi tres semanas estuvieron en el lugar, pero les informaron que debían regresar a sus casas y lo hicieron. “Llegamos a la casita, que ya estaba achicada, pero llena de barro, a nosotros no nos quedó nada. No pudimos salvar ni los colchones. Nos pusimos a limpiar para ver cómo recuperábamos los espacios y evitar que los niños se enfermaran. No nos dejaron traer ni los colchones que estábamos usando: a nosotros nos dieron uno individual, porque les dije que los niños no tenían dónde dormir”, recuerda conmovido Euclides Barrientos, padre de tres niños, entre ellos uno con condición especial.

Esta familia de cinco integrantes, tiene nueve años viviendo en la casa al cuido; hace unos años les adjudicaron una vivienda en el mismo urbanismo, pero no fue culminada. “Estamos viendo cómo hacemos para meterle mano a la casita de nosotros y poder mudarnos a un lugar mejor. Esta casa ya estaba en muy malas condiciones y el río terminó de dañarla: se levantó el piso y las paredes están agrietadas. Vivimos en peligro, pero no tenemos para dónde agarrar”.

Recordó que estando en el refugio, les prometieron dotarlos de enseres, al menos, los más indispensables, luego de que el río se llevara todo, pero fueron falsas promesas. “Aquí hay gente que solo quedó con lo que llevaba puesto y así viven, porque las ayudas nunca llegaron”, lamentó Barrientos.

Un Olivo que se apaga

Las autoridades prometieron cosas que no cumplieron y ya han pasado cuatro meses del suceso

 

 

 

 

José Maya es habitante de la comunidad, casi desde su fundación. Recuerda con regocijo que el sector se llama Los Olivos, debido a la cantidad de estas plantas que había en la zona y que daban belleza natural al lugar, pero con la llegada de la población, poco a poco fueron mermando. Nadie conoce la historia del lugar como Maya, incluso, su conocimiento lo llevó al consejo comunal donde trabajó por muchos años, pero debido al divisionismo, decidió retirarse.

“He visto pasar varios alcaldes, y solo vienen cuando se acercan las elecciones. Nosotros mismos somos los que tenemos que buscar las soluciones de nuestra gente. Aquí teníamos un poste electrificado que mató a una cabra, y casi a un criador y a un escolar. Afortunadamente, la comunidad puso ramas para evitar que eso pasara, pero lo arreglaron un año después y gracias a tantas idas a la alcaldía”, recordó.

El día de la inundación por el río Coro, en su casa el agua alcanzó casi los dos metros de altura, lo cual se pudo evitar. Relata Maya que había una boca de visita colapsada desde hace años, y aunque ya había efectuado el reporte ante Hidrofalcón, nunca fue reparada.

“El agua pudieron achicarla y repararon la tubería, porque el día que vino el gobernador, lo esperé y lo abordé explicando la situación que teníamos desde hace años, y fue entonces cuando ordenó el arreglo de la tubería”.

Recuerda, además, que prometieron un relleno frente a las viviendas para evitar posibles inundaciones, en caso de que se vuelva a repetir el desastre natural, pero tampoco cumplieron.

Puro “blablabla”

Euclides Barrientos junto a su familia espera por una vivienda digna

 

 

 

A casi cinco meses del desborde del río Coro que afectó a toda la localidad y sus adyacencias, las promesas quedaron en el olvido: no entregaron las ayudas que prometieron y tampoco repararon los destrozos que ocurrieron en el sector con la inundación.

Los Olivos sigue en la oscuridad, sin alumbrado público, con postes de madera que están a punto de colapsar. Los alrededores del río están “adornados” con basura y monte. También existen problemas con las aguas negras.

No hay señalización, pese a que el sector es dividido por una variante que comunica a Coro con La Vela y la región central del país. Desde hace muchos años han pedido una caminería, sobre todo para que los niños que van al colegio todos los días, puedan cruzar la importante vía con seguridad.

Al menos 475 familias fueron perjudicadas por las inundaciones en Falcón, debido a las fuertes lluvias ocurridas en octubre de 2022, pero Los Olivos fue uno de los sectores más afectados por la tragedia, y también uno de los más olvidados por el chavismo.