La política exterior de Lula está cada vez más alejada de los intereses de la población brasileña

La política exterior de Lula está cada vez más alejada de los intereses de la población brasileña

Lula da Silva (REUTERS/Adriano Machado)

 

 

 





 

Los brasileños empiezan a hacer un balance del gobierno y a cuestionar las relaciones internacionales lanzadas por Brasilia desde el pasado mes de enero.

Por infobae.com

Cuando Lula se prepara para entrar en el décimo mes de su mandato, los brasileños empiezan a hacer balance de su gobierno y a cuestionar los efectos de la política exterior lanzada por Brasilia desde el pasado mes de enero. Lula nunca había viajado tanto al extranjero en comparación con sus dos primeros mandatos, ya ha visitado 19 países e incluso ha pedido, no sin polémica, un nuevo avión presidencial cuyo coste se estima entre 70 y 80 millones de dólares, con despacho y cabina matrimonial.

La actividad diplomática en su palacio presidencial de Planalto también es frenética. Ayer mismo, Lula se reunió con Li Xi, miembro del Comité Permanente del Politburó, el brazo político más estrecho y, por tanto, más poderoso del PCCh, el Partido Comunista de China. Li Xi no sólo es el secretario del Comité Central de Inspección Disciplinaria del PCCh, sino también uno de los hombres más cercanos al presidente chino, Xi Jinping. Como se informa en un perfil detallado sobre él elaborado por el think tank de Washington Brookings Institution, Li Xi es, de hecho, natural de Liangdang, en la provincia de Gansu, donde el padre de Xi Jinping dirigió el levantamiento revolucionario de 1932, el único levantamiento militar dirigido por el PCCh en la región noroccidental del país. “La relación personal entre Xi Jinping y Li Xi”, reza el informe, “ha sido ampliamente difundida en los medios de comunicación chinos, reforzando la percepción pública de que Li es el hombre de confianza del presidente. La rápida carrera de Li Xi en los últimos años sugiere que Xi Jinping pretende convertirlo en un líder nacional en un futuro próximo”.

La reunión con Lula se produjo dos días después de que su Partido de los Trabajadores (PT) firmara un acuerdo de cooperación e intercambio con el PCCh en Brasil. La delegación china fue recibida con grandes honores por la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, que calificó el encuentro de “muy importante para el mundo que queremos, cada vez más multipolar, un nuevo Orden Mundial, menos asimétrico”. Para China, este nuevo ciclo político con el PT de Lula impulsa las relaciones a “un nivel superior”. Son precisamente las relaciones con Pekín las que han abierto un debate en el país sobre lo que parecen ser las contradicciones de la política exterior de Lula en relación con el progresismo de su programa de gobierno. Por un lado, es comprensible que la realpolitik impulse cada vez más las relaciones comerciales. Desde que Lula fue presidente por primera vez en 2003, el volumen comercial (exportaciones e importaciones) de Brasil con China ha pasado de 9.100 millones de dólares anuales a los 150.100 millones actuales. Pekín es el principal socio comercial del gigante latinoamericano desde 2009.

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